Pues hablando de transportes públicos y dado que aún no os he contado nada sobre mi vida privada, empezaré por la pública que para algo esto lo puede ver todo cristo:
Iba yo sentada en el primer asiento libre del bus que fiché mientras metía la tarjeta por el cacharro cuando al cabo de unas cuantas paradas entran un par de ancianos. Al que estaba más cerca le ofrecí el asiento; lo rechazó, así que probé con la otra. Total, que va la buena mujer y me dice "somos mayores, pero no viejos."
¡Qué gracia que me hizo esa
A nadie le gusta hacerse viejo. A mi me hacen más gracia las señoras que te critican con aires de sabiduría por no ceder el asiento cuando han corrido para no perder el bus. O las personas que se quedan al principio estando el aparato vacío... No hace falta ser un lumbreras para darse cuenta que si se hace tapón al principio el final se queda vacío.
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